En este muro que es la primavera; de Yaxkin Melchy


En este muro que es la primavera abriendo los pétalos de las palabras

(                         )

al principito

En este muro que es la primavera abriendo los pétalos de las palabras
en este muro que ayer era un desierto en blanco porque no podía leer
ni maravillas ni pérdidas o las terribles derrotas de donde vine por la noche
En este muro que es el mar o que se ha convertido en un mar de candelas
pequeñas encendidas grandes cirios que resplandecen como estrellas
en esta catedral que podría también llamarse el universo o los ojos cerrados del asunto
Es este muro desde el cual te miro escribir y decir que renuncias a la poesía
y las flores de las palabras siguen brotando siguen abriéndose como quemando
cada minuto de silencio como si cada minuto muerto en realidad quemara
y me dices gritas hacia las paredes —que si la encuentro… no la veo y no la quiero—
y por debajo de nosotros Gonzalo Rojas sigue cantando aunque ya no lo escuches
y Enrique Verástegui sigue cantando y Mario Santiago raya su cuaderno con citas
del Dante, y no es terrible te digo porque tus pulmones y los pulmones de la poesía
comparten la misma vida y ambos morirán contigo aunque nunca la escuches
mientras duermas algo brillará tan grande tan desorbitado tan demente que será
la alegría Y no es terrible los zapatos están sucios el cuarto está sucio la familia está sucia Esta calle huele a orines Esta música de Vivaldi es féretro de un niño que no ha encontrado los jardines sino las zanjas llenas de mierda Y sigue floreciendo cada pensamiento y cada palabra que quiso ser un poema en donde vivirían caballeros
dragones gatos amantes del sol palabras acuáticas como medusas inestables remolinos de furia y hojas de papel tan delicado que no te atreves a tomar entre los dedos y me dices —Los verdaderos poetas no han escrito, escribieron algo pero entonces vino el mar— y no sabemos si vino el mar por ellos o por esas palabras o si ellos eran las palabras que nadie volverá a leer pero volverán a escribirse millones de veces en los años venideros
y escuchamos un alfa y un final porque ya no se puede escribir; este libro suena más como a una flauta que como a una
novela o a un relato o a un libro de poesía; suena más como que alguien en otro planeta ya no escribe y canta pero aún no
se escucha cantando
y nosotros que escuchamos su eco podemos sentirlo como si fuera alguna palabra resonando en nuestras cabezas una palabra con puertas con ojos con dedos cubiertos de uñas afiladas que comienza a romper nuestras cabezas como una nuez que se quiebra
He olvidado la música y he olvidado el espanto que me causa el silencio ahora sé que no existen los espacios en blanco Y miles de palabras siguen creciendo en la arena
La Catedral no está vacía el universo no es vacío Es tan solo el reverso de una situación llena tan llena que no aparenta nada, entonces pareciera el triunfo del olvido o la muerte y con ello el olvido de todos nuestros poemas y la muerte de nuestra conversación Como la elegancia que se pierde cuando la lejanía borra la estela de un cometa de un barco o de una nube Pero no hay nada que congelar los poetas están en derecho de olvidar sus poemas de olvidar sus libros de olvidar su nombre y demás circunstancias Así todos los poemas se llamarían los poemas perdidos todas las montañas las montañas perdidas todos los mares los mares perdidos Y esta conversación podría escribirla otra vez para dedicársela al pasado o para que me la dediques en el futuro Dejaré de escribir me dices y te vas por donde salen los niños Para este muro llegarán las estaciones y se alejará Un día volverás a saber que hay flores por todas las estrellas del universo


Yaxkin Melchy.
Publicado originalmente en la revista Mutantres, 2012.

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