Poemas de Dulce María Loynaz (1902 – 1997)

Poema 6

Vivía – pudo vivir – con una palabra apretada entre los labios.
Murió con la palabra apretada entre los labios.
Echaron tierra sobre la palabra.
Se deshicieron los labios bajo la tierra.
¡Y todavía quedó la palabra apretada no sé donde!

Dulce María Loynaz.
Poemas sin nombre, 1953.

Poema 9

Dichoso tú, que no tienes el amor disperso…, que no tienes que correr detrás del corazón vuelto simiente de todos los surcos, corza de todos los valles, ala de todos los vientos.

Dichoso tú, que puedes encerrar tu amor en sólo un nombre, y decir el color de sus ojos, y medir la altura de su frente, y dormir a sus pies como un fiel perro.

Dulce María Loynaz.
Poemas sin nombre, 1953.

Poema 12

Acaso en esta primavera no florezcan los rosales, pero florecerán en la otra primavera. Acaso en la otra primavera todavía no florezcan los rosales… Pero florecerán en la otra primavera.

Dulce María Loynaz.
Poemas sin nombre, 1953.

Poema 38

Si dices una palabra más, me moriré de tu voz, que ya me está hincando el pecho, que puede traspasarme el pecho como una aguda, larga, exquisita espada.

Si dices una palabra más con esa voz tuya, de acero, de filo y de muerte; con esa voz que es como una cosa tangible que yo podría acariciar, estrujar, morder; si dices una palabra más con esa voz que me pones de punta en el pecho, yo caería atravesada, muerta por una espada invisible, dueña del camino más recto a mi corazón.

Dulce María Loynaz.
Poemas sin nombre, 1953.

Poema 69

Porque me amas más por mi arcilla que por mi flor; porque más pronto hallo tu brazo cuando desfallezco que cuando me levanto; porque sigues mis ojos a donde nadie se atrevió a seguirlos y regresas con ellos amansados, a salvo de alimañas y pedriscos, eres para siempre el pastor de mis ojos, la lumbre de mi casa, el soplo vivo de mi arcilla.

Dulce María Loynaz.
Poemas sin nombre, 1953.

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