100 años de poemas de amor por escritores peruanos

¿Cómo ha evolucionado la temática del amor en la poesía peruana? Hemos seleccionado poemarios y autores representativos de cada generación del país sudamericano, y hemos hecho una selección de poemas que se enfrentan al amor desde poéticas muy particulares.

Introducción

Hablar del amor en la literatura peruana es posiblemente pensar en los primeros fragmentos de La casa de cartón de Martín Adán, donde narra los detalles de sus primeras aventuras amorosas. O pensar en los poemas de amor de Federico Barreto, que son parte de la currícula escolar peruana. Y precisamente por eso es pensar en literatura antigua, en clásicos universales y experimentos que probablemente terminaron a inicios del siglo XX.

Sin embargo, el amor siempre ha formado parte de la literatura, solo que su aplicación dentro la trama o dentro del lenguaje cambia —con mayor o menor diferencia— según los escritores o su tiempo.

Es imposible pensar en escritores que no hayan hablado de este tema y que desarrollen narrativa, teatro o poemas donde el amor sea una figura ponderante o transversal, y que guíe a los personajes hacia experiencias que probablemente son el climax de las obras.

Como sabemos, el amor en la literatura no solo es la descripción de una relación amorosa, puede mostrarse como recurso para ensayar la humanidad, la sicología, el lenguaje o el poema mismo.

Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel pueblecito de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío, que era como una penumbra de sesión de congreso internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y carteras, con incidentes súbitos, con doce idiomas, con acecho de la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: Eres un socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal.

La casa de cartón, de Martín Adán.

Una cronología del amor en la poesía peruana

Precisamente por eso, para estudiar las distintas formas de enfrentarse a los poemas de amor, y para explorar la tan variada literatura peruana, hemos tratado de hacer una cronología del amor en poemas peruanos, seleccionando libros o autores representantes de una generación o década de la poesía peruana. Desde inicios del siglo XX hasta principios del siglo XXI. Desde los primeros poemas modernistas de César Vallejo en Los heraldos negros, hasta una poética más contemporánea como la de Feelback de Valeria Román Marroquín.

De esta forma podemos darnos una idea de la evolución del tema, del lenguaje usado, y de la perspectiva particular de cada escritor o escritora, que representa —en alguna forma— la perspectiva de su generación.

Los poemas que hemos seleccionado pertenecen a los libros.

  • Los heraldos negros, de César Vallejo (1919).
  • Las ínsulas extrañas, de Emilio Adolfo Westphalen (1933)
  • Cartas, de César Moro (escritas alrededor de 1939, pero publicadas por primera vez en Obra poética 1, 1980)
  • Ese puerto existe, de Blanca Varela (1959)
  • Yo no quiero mirar la primavera, de Blanca del Prado (1968)
  • En los extramuros del mundo, de Enrique Verástegui (1971)
  • Poemas no recogidos en libro, de José Antonio Mazzotti (1981)
  • Todo orgullo humea la noche, de Carmen Ollé (1988)
  • Mariposa negra, de Rocío Silva Santisteban (1993)
  • Berlín, de Victoria Guerrero (2011)
  • Feelback, de Valeria Roman Marroquin (2016)

Una muestra de la evolución del amor en 100 años de literatura peruana. Con escritores representates de diferentes estilos poéticos, diferentes épocas, y diferentes visiones sobre el amor y el mundo.

Idilio muerto; de César Vallejo

Qué estará haciendo esta hora
mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay… Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

Los heraldos negros.

La mañana alza el río; de Emilio Adolfo Westphalen

La mañana alza el río la cabellera
después la niebla la noche
el cielo los ojos
me miran los ojos del cielo
despertar sin vértebras sin estructura
la piel está en su eternidad
se suaviza hasta perderse en la memoria
existía no existía
por el camino de los ojos por el camino del cielo
qué tierno el estío llora en su boca
llueve gozo beatitud
el mar acerca su amor
teme la rosa el pie la piel
el mar aleja su amor
el mar
cuántas barcas
las olas dicen amor
la niebla otra vez otra barca
los remos el amor no se mueve
sabe cerrar los ojos dormir el aire no los ojos
la ola alcanza los ojos
duermen junto al río la cabellera
sin peligro de naufragio en los ojos
calma tardanza el cielo
o los ojos
fuego fuego fuego fuego
en el cielo cielo fuego cielo
cómo rueda el silencio
por sobre el cielo el fuego el amor el silencio
qué suplicio baña la frente el silencio
detrás de la ausencia mirabas sin fuego
es ausencia noche
pero los ojos el fuego
caricia estás los ojos la boca
el fuego nace en los ojos
el amor nace en los ojos el cielo el fuego
el fuego el amor el silencio

Las ínsulas extrañas.

ANTONIO es Dios; de César Moro

ANTONIO es Dios
ANTONIO es el Sol
ANTONIO puede destruir el mundo en un instante
ANTONIO hace caer la lluvia
ANTONIO puede hacer oscuro el día o luminosa la noche
ANTONIO es el origen de la Vía Láctea
ANTONIO tiene pies de constelaciones
ANTONIO tiene aliento de estrella fugaz y de noche oscura
ANTONIO es el nombre genérico de los cuerpos celestes
ANTONIO es una planta carnívora con ojos de diamante
ANTONIO puede crear continentes si escupe sobre el mar
ANTONIO hace dormir el mundo cuando cierra los ojos
ANTONIO es una montaña transparente
ANTONIO es la caída de las hojas y el nacimiento del día
ANTONIO es el nombre escrito con letras de fuego sobre todos los planetas
ANTONIO es el Diluvio
ANTONIO es la época megalítica del Mundo
ANTONIO es el fuego interno de la Tierra
ANTONIO es el corazón del mineral desconocido
ANTONIO fecunda las estrellas
ANTONIO es el Faraón el Emperador el Inca
ANTONIO nace de la noche
ANTONIO es venerado por los astros
ANTONIO es más bello que los colosos de Memnón en Tebas
ANTONIO es siete veces más grande que el Coloso de Rodas
ANTONIO ocupa toda la historia del mundo
ANTONIO sobrepasa en majestad el espectáculo grandioso del mar enfurecido
ANTONIO es toda la Dinastía de los Ptolomeos
México crece alrededor de ANTONIO

Cartas/Obra poética 1.

Primer baile; de Blanca Varela

V

Hay un lugar lejos de toda ciudad. No hay un cielo sino varios,
superpuestos, espejeantes, horribles.
¿Que significará el amanecer para quien no conoce sino la
noche y el sueño que sucede al sueño?
Despegar los parpados significa morir, desprenderse de una estrella.
El ritual es breve, la entrega absoluta. Se grita con
los ojos cerrados, empapados de sudor o crujiendo de frío:
te amo porque tu latido ocasiona catástrofes, huracanes, guerras.
Te amo porque te bañas en un inmenso vacío, te alimentas de tinieblas.
Nado en tus redondas pupilas ciegas como en un estanque infernal.
Tus propiedades no tienen número y abundan las especies innominadas,
estériles pero eternas.

Te amo porque eres una ficción malvada y saludable. si cesaras
se extinguiría mi existencia de inmediato. Te podría hacer
desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, pero, luego,
¿cual sería el castigo?

Ese puerto existe.

Si él no viene; de Blanca del Prado

Si él no viene, yo no quiero mirar la primavera, ni la blanca promesa del ciruelo, ni sentir ese mar sin sonido en mis nostalgias, que serenaba yo para escuchar su tumulto de colores, sus palabras de árbol, sus palabras de Naturaleza, en pinceladas de crepúsculo, en días de paleta apasionada, en vocablos de fuego vegetal, en gloria de humildad sobre su frente.

Yo no quiero mirar la primavera.

Datzibao; de Enrique Verástegui

De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados de ir caminando con la mente y las manos repletas de
yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno detrás del otro entre las matas y bancas del parque
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
Tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es una espera maldita.
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en medio de un viento furioso que pugna por arrancar de raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra todo.
Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí —y me tengo miedo.
Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reventando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología devorador de sueños.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
Tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras
yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

En los extramuros del mundo.

De ti me separa un planeta; de José Antonio Mazzotti

De ti me separa un planeta poblado de siete mares
y de animales de distinta especie que se entusiasman haciendo el amor,
y me separan de ti todas las cosas que se dicen en los viajes arriesgados
alrededor de ese mundo colmado de palabras o poemas o caricaturas
de los animales de distinta especie que miramos hacer el amor.
De ti los árboles que cubren con sus sombras a las sórdidas parejas
y los parques enrejados donde se filtra el humo de las fábricas
y el humo de los autos y las voces de los edificios donde también se hace el amor
y me separan de ti los poemas que te dije en cualquier lugar del tiempo
y los poemas que no sé escribir, y los que pienso escribir, aunque no sepa,
y los poemas que no escuchas que no miras que no dices
porque eres sabia como un mono, lejana como un mono
en la ciudad llena de fábricas y parques y edificios
donde no hacemos el amor / donde no haremos el amor
porque de ti me separa un planeta poblado de siete mares,
un planeta con sus sombras sobre el que giro y me alejo
y estoy volviendo, todavía.

Poemas no recogidos en libro.

Amor me mueve y me hace responder; de Carmen Ollé

Beatriz

Dejarme arrastrar por un flujo de sensaciones: realidad y fantasía combinan malévolamente hoy en mí.
Todo nuevo amor refleja una carga eléctrica de un viejo y conocido circuito: felicidad, frustración.
La imagen más bella sería tu desnudo obtenido sin ofrecer mi cuerpo desnudo, de la misma manera como observo mi serenidad
en Safo o en San Juan el deseo, pero al menos que te hable de Baudelaire no podría hablarte de la poesía.
¿Sabes que es la poesía? Un muchacho que va en busca de la felicidad
el sábado por la noche mientras yo estoy de vuelta de la felicidad, o la imagen perfecta del peligro es atraer como lo hace la poesía a la belleza sin riesgo de caer en la retórica.
Y toda retórica es ridícula.
Amar sólo el fruto de este instante llamado escritura es el resultado fatal conocido como poesía. Se es más infiel hablando el mismo idioma.
Puesto que la imagen perfecta ha de amar el peligro no existe la perfección sino en la arbitrariedad, entonces combinación de serenidad y deseo en ausencia del poema: tu desnudo cuerpo con mi cuerpo desnudo, sin serenidad.
Caída en este juego sólo para atraerte al fin.

Todo orgullo humea la noche.

Atrévete, me dices; de Rocío Silva Santisteban

porque tú te arrepientes de las cosas, ¿no?, y si te arrepientes, ¿en qué piensas?, contéstame, habla, dime algo.

La luz te abofetea y yo aguanto: aprieto fuertemente los párpados y grito, un miedo, un arrepentimiento por ti para que nunca tengas que arrepentirte de nada.

Necesito un par de golpes encima de mis párpados. Tú tienes razón, los estertores del gozo y de la muerte se asemejan.

Un mano hinchada me derrumba sobre la cama, ésa es la mano que odio y la mano que amo. Pero en la oscuridad no puedo distinguir si es tuya, o es mía. Lo único que sé hacer es levantarme y erguir mis pechos como dos simples animales.

En esta escena no sé si lamentarme o…

Estoy soñando con árboles que me acorralan y un inmenso sueño rojo. De repente vienes con tus brazos de gigante, por atrás, pegas el cuerpo a mis nalgas y con los barrotes delante vas creando un baile aterrador.

Atrévete, me dices.

Y de tu cuerpo pintado de azul ultramarino se desprende un líquido ámbar que es mi liberación.

Siéntate conmigo, aquí, junto a mí, ven con tus dedos largos y penétrame. Eso es lo que quiero, que me beses, odiando la punta de tu lengua, odiando la punta de tu cuerpo.

Escucho la música y eres tú, odiándome y amándome como nunca.

Si vienes y me besas la mano estoy segura que lloraré.

Mariposa negra.

Berlín; de Victoria Guerrero

Nadie me podrá decir si esta es la música que nos espera
Oh hijo mío
La noche avanza como una ola amenazante desde la otra costa

Y ya no sé cómo amarte
Tu pureza hiere mis oídos

Hoy quisiera llevarte a caminar
Bajo el fuego brillante de los cazabombarderos

Y enseñarte el mapa de una ciudad dormida
El aroma del pan popular
Y la justa limpieza del miserable

No llores hijo
Esta noche no se anuncia para la tristeza
Las mañanas pueden ser
Y son —aun hoy para mí— más apáticas y frías
que las noches llenas de muertos
No te preocupes algunos primeros mundos son así
Lo limpian todo hasta dejarlo brillante de aburrimiento

Nosotros no somos mejores
Agachamos la cabeza por cualquier sobra
Y luego nos reímos
Locos de vergüenza y resignación

Llega el primer cañonazo
El primer ser alado viene desde los cielos negros/grises por las mañanas
Da vueltas gira se contorsiona pero conoce su blanco
Míralo
Mira ese espectáculo
La destreza acrobática de los Asesinos
se luce en todo su esplendor

Y tú y yo estamos aquí parados bajo esas luces artificiales
Invocando un amor no correspondido
Alarmados por el ayer
Corremos en dirección contraria y nos damos contra las puertas a cada instante

Basta de jugar a las escondidillas
Hijo mío
Silba tu música alta y fuerte
Aletea sobre estas naves de mal agüero
Canta con el wamani batiendo sobre tus espaldas amplias y vigorosas
Usa la cinta roja en tu muñeca derecha
para que ningún infeliz te ojee

Y observa la ciudad otra vez

Los televisores encendidos horas tras horas
Relampagueando sobre los rostros de los que están por morir
Hijo
El Amor es algo que desconozco
O que me desconoce

Por eso no entiendo mis pupilas sumergidas
cada vez que escucho tu voz melodiosa y chillona
en el teléfono
Debe ser este paso infame del día a la noche/la diferencia horaria —que le dicen

Todo este
Boom
Boom
Boom
Que viene de arriba
Toda esta música que no nos deja oírnos
Y todo ese cielo que se quiebra lentamente y deja a las estrellas solas
Como tu padre nos dejó a nosotros
Ya hace buen tiempo

Sobre esos aros de una blancura invisible
Se escribió un poema
Se celebró un matrimonio
Se fundó una ciudad

Pero antes hemos debido llorar por su caída por su derrota tristísima contra los nuevos tiempos

Hijo mío
El amor ya no es una cosa de esta era
Viene una bomba y lo destruye
Y los chispazos que antes sirvieron para encenderlo
Ahora lo calcinan y queda más feo y chamuscado que nunca

Pero no he querido distraerte con este falsete de mujer herida
Ahora más que nunca debes estar atento
A todo lo que viene de arriba

Si se atraviesa un segundo cañonazo
Lo más probable es que tengas que correr hacia un lugar seguro
Más yo te digo que nadie está libre
De esa gente infame que canta mientras toma un baño de ducha
Y envía bombardas contra el mundo

Tú has de cantar más alto
Aunque en ello se te vaya la vida
Tú no has de agachar la cabeza
Tú más Vallejo que Vallejo en el congreso antifascista
aplacarás el viento de la Muerte contra las ventanas
Habrás de fundar un tiempo nuevo
En el que el Amor de los amores prevalezca
sobre cualquier noche oscuramente

Olvidada

Y el daño desaparezca

Entonces
todo estará mejor
todo estará mucho mejor

Berlín.

Canción para mi baby baby baby; de Valeria Román

no estoy confundida, solamente tengo las manos inquietas:
yo no sé cómo cantar pero escribo
una canción para mi baby baby baby mirándome el ombligo
sospecho que en realidad nadie sabe cantar
sospecho que lo he perdido todo

europa es el segundo continente más pequeño en términos de superficie
abarca diez millones quinientos treinta mil setecientos cincuenta y un kilómetros cuadrados
tiene un relieve llano que no supera los trescientos cuarenta metros de altura
y los ríos tienen abundante caudal
yo tengo un peine
tengo un jabón
lavo mi cara como si la carne no se pudriera con el tiempo y el tallado
yo tallo mi piel
me siento salvada
es jesucristo quien vendrá a salvarnos a todos con el fuego de la gloria que corre por sus entrañas
europa está colapsando
américa está colapsando
asia está colapsando
todos hemos colapsado, pero poco a poco:
la destrucción comienza desde mis latitudes

aprendo geografía como aprendo a rezar, en ambas busco y ambas me hablan de la renovación y la misericordia
pero esta vez no necesito perdonarme,
he aprendido geografía como aprendí a hablar:
yo pertenezco a este espacio por lo tanto
me derrumbo no estoy confundida estoy frente a un mapa
y me canta
quiero señalarte dónde están mis muertos:
asiento
y siento
muy en el fondo
que he entendido todo

mi baby baby baby se mira el ombligo,
me pregunta quién terminará por devorar a quién:
yo lleno mi boca de lugares comunes
como si fuera tierra
devoro primero
todos los animales que he sido
para comenzar a ver mi cara
limpia

mi baby baby baby se mira en el espejo
y yo vivo con ella en una jaula:
imagina vivir abrazado
a un reflejo
imagínate vivir con ella
encerrados

como voy buscando
me abrazo

y a veces quisiera cantar

Feelback.

Una lista interminable

En este breve repaso hemos tratado de incluir un libro o autor por generación peruana, pero eso no significa que sean los únicos autores por revisar.

En los inicios del siglo XX podemos ver poemas de amor en la literatura de José Gálvez, José Maria Eguren, Carlos Oquendo de Amat, Magda Portal o Abraham Valdelomar.

A mediados del XX es notoria la temática del amor en poemas de Juan Gonzalo Rose, Nelly Fonseca, Carlos Germán Belli, Jorge Eduardo Eielson o Marco Martos.

Y en los últimos años del siglo XX e inicios XXI vemos representado el tema en libros de José Watanabe, Rosina Valcárcel, Maria Emilia Cornejo, Carlos López degregori, Mariela Dreyfus, Rosella di Paolo, May Rivas, César Gutiérrez, Andrea Cabel, Karina Valcárcel, entre otros.

Además de literatura peruana anterior al siglo XX con autores como Amarillis, Santa Rosa de Lima, Mercedes Cabello de Carbonera, Federico Barreto, Carlos Augusto Salaverry o Manuel Gonzáles Prada.

El amor en la narrativa peruana

Hay que tener en cuenta que esta selección se centra en poesía peruana, en narrativa podemos ver el tema del amor presentes en novelas como Matalaché de Enrique López Albujar, que narra el trágico romance entre un esclavo mulato y la hija de un hacendado.

El cuento más popular de Abraham Valdelomar El caballero carmelo trata sobre la relación entre un gallo de pelea y una familia de la ciudad de Ica, y la conexión entre ambas partes hasta los últimos días del curioso animal.

No se lo digas a nadie, de Jaime Bayly, empieza con el romance entre Joaquin Camino y Luis Felipe, dos muchachos de 12 años en plena etapa escolar, y la obra se desarrolla en la vida adulta de Joaquin y la relación con sus padres y amistades tras revelar su homosexualidad. Otro libro suyo titulado Yo amo a mi mami, describe los días de infancia del escritor, donde vivió más tiempo con los empleados de la casa que con sus padres.

El amor tampoco es un tema que ignore el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. En su libro La tía Julia y el escribidor, con toques autobiográficos, podemos ver los efectos de la relación entre un escritor llamado Mario y su tía Julia Urquidi, divorciada y 14 años mayor que Mario.

El amor en el teatro

En teatro pueden verse obras como Ña Catita, de Manuel Ascencio Segura, donde aparece la lucha de Juliana por desprenderse de Don Alejo, un presumido caballero que aparenta tener riquezas, y que quiere desposar a Juliana, con el apoyo de sus padres. Idea con la que no está deacuerdo la joven, que tiene un romance con Manuel.

En La de Cuatro Mil de Leonidas Yerovi, vemos unos vecinos confundidos al creer haber ganado la lotería, mientras transcurre la historia de una pareja reconciliada, que tras númerosos y disparatados problemas, logran alcanzar un final feliz.

En ¿Quieres estar conmigo? de Augusto Cabada y Roberto Ángeles encontramos la historia de un grupo de amigos desde la adolescencia a la adultez, sobreviviendo sus relaciones amorosas y su amistad, con vidas que no habían proyectado en el colegio.

Revisen todo

Finalmente, el amor es un tema que no es ajeno en obras o fragmentos de obras teatrales, por lo que recomendamos revisar a dramaturgos destacados como Alonso Alegría, Sebastián Salazar Bondy, Sara Jofré, Mariana de Althaus, César de María o Gonzalo Rodríguez Risco.

Y revisar las obras narrativas, poéticas y teatrales de escritores y escritoras peruanas destacadas, donde posiblemente explorarán sobre el amor desde sus particulares visiones de la vida y la literatura.

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